Niños y la carga del cambio climático en la salud
María Agud Fernández
Abstract
Hace casi 4 años, 21 niños y adolescentes de entre 8 y 19 años, incluida Kelsey Juliana, se expresaron contra el gobierno federal, reivindicando que la inacción frente al cambio climático, violaba sus derechos constitucionales a la vida y la libertad. Ninguna de estas quejas ha llegado a un juicio. Para Juliana el cambio climático es la emergencia de salud pública más importante de nuestro tiempo, y perjudica especialmente a fetos, niños y adolescentes. Las olas de calor más frecuentes y prolongadas, los acontecimientos climáticos extremos como sequías e incendios, la exposición a nuevos agentes infecciosos, la inseguridad con el agua y alimentos y la polución del aire por el uso de combustibles fósiles amenaza con desestabilizar nuestras infraestructuras de salud. La OMS estima que un 88% de la carga global en la salud recae sobre los niños menores de 5 años. La exposición a calor extremo en el útero se asocia a riesgo de complicaciones en el embarazo y problemas al nacer. La combustión de carbón genera mercurio, una potente neurotoxina para los fetos que puede comprometer el desarrollo cognitivo y la función motora incluso con bajos niveles de exposición. Un estudio mostró que la mortalidad infantil se eleva un 25% en días de extremo calor. La exposición a la polución en los niños aumenta la mortalidad, el absentismo escolar, las emergencias relacionadas con asma y los efectos en la esfera cognitiva y del comportamiento. La exposición temprana aumenta la posibilidad de desarrollar asma y disminuyen la capacidad pulmonar ya en la adolescencia. La exposición es mayor en niños con bajo nivel socioeconómico. Por tanto, se espera que la salud de estos niños sea peor cuando alcancen la edad adulta, que la de los adultos de ahora.
Sólo hemos arañado la superficie en términos de nuestra compresión de los perjuicios del cambio climático sobre la salud. Hay estudios que muestran que el calor extremo aumenta la resistencia a antibióticos. Durante el huracán Maria se produjo un desabastecimiento de suero salino, además de secuelas en la salud mental en los niños expuestos a estos fenómenos climáticos y a los desplazamientos y pérdidas que producen. Los eventos climáticos extremos podrían incluso alterar la expresión génica y provocar cambios transmisibles y permanentes.
Los niños están empezando a expresarse y defenderse. Tribunales en Países Bajos y Colombia ya han reconocido el derecho fundamental de los niños a solicitar a sus gobiernos que reduzcan las emisiones. Las comunidades deberían reconocer la carga en la salud que el cambio climático produce, con efectos desproporcionados sobre los niños.
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