Aumento del consumo de alcohol en países en vías de desarrollo

Ignacio Fernández Vidaurreta

Abstract

El programa marco de supervisión de enfermedades crónicas no transmisibles de la Organización Mundial de la Salud (OMS) incluye un ambicioso proyecto global con el objetivo de reducir en un 10% el consumo nocivo de alcohol para el año 2025. Un estudio diseñado por Jakob Manthey y sus colaboradores publicado en la revista The Lancet predice que este objetivo no se cumplirá, con una estabilización en el consumo en los países más desarrollados, pero compensado por un marcado aumento previsto en los países en vías de desarrollo.

Manthey y sus colaboradores han recopilado una impresionante cantidad de datos, lo que facilitará la estimación de resultados clave en materia de alcohol para 189 países hasta 2030. Su estudio se basa principalmente en las tendencias desde 1990 en adelante, junto con las previsiones de dos factores clave de los índices de consumo de alcohol: producto interior bruto basado en la proporción entre el poder adquisitivo y el porcentaje de población que se identifica como musulmana. Estiman que el consumo global per cápita de alcohol en adultos a nivel mundial aumentó desde 5,9 litros en 1990 a 6,5l en 2017 y pronostican que alcanzará los 7,6l en 2030. Pronostican pequeños descensos en el consumo entre en 2017 y 2030 en América (disminución de la demanda en un 1,2%) y Europa (en un 5,1%), que contrastan claramente con los grandes aumentos previstos en la mayoría de las demás regiones, sobre todo un aumento del 46,8% en la región de Asia sudoriental y del 33,7% en la región del Pacífico occidental.

Estas tendencias tienen importantes implicaciones en los efectos nocivos relacionados con el consumo de alcohol y las desigualdades en materia de salud mundial, lo que sugiere no sólo un aumento en el consumo de alcohol per cápita en todo el mundo, sino también, como se demuestra en el Artículo, un fuerte incremento de la proporción del consumo en países de rentas medias-bajas. Este ajuste en el consumo entre los distintos grupos de riqueza podría conducir a un aumento desproporcionado de los efectos negativos por consumo de litro de alcohol, que son sustancialmente mayores en los países en vías de desarrollo.

Por ejemplo, en el Informe sobre el estado mundial del alcohol y la salud 2018 de la OMS, se estima que el consumo de alcohol per cápita en Europa es entre 1 y 5 veces superior al de África (también se prevé que aumente un 14% para 2030), pero en África se pierden más vidas y más años de vida ajustados en función de la discapacidad (AVAD) per cápita.  Esta discrepancia entre el perjuicio y el consumo se atribuye a menudo a las pautas de consumo; en los países con rentas más bajas, la proporción de bebedores con consumo excesivo de alcohol es mayor que en los países de ingresos altos y medios-altos. Sin embargo, aunque el consumo excesivo episódico es más frecuente en los países desarrollados, las muertes atribuibles al alcohol y los AVAD son mayores en los países en vías de desarrollo, donde se ha objetivado un incremento significativo en el consumo en las últimas décadas.

Aunque exhaustivas, las previsiones presentadas en el estudio de Manthey se basan en un conjunto de suposiciones sobre los factores que impulsan el consumo de alcohol en la población, por lo que deben ser tratadas con cierta precaución. A pesar de esta incertidumbre, los cambios en las políticas para reducir los efectos secundarios derivados de estos aumentos previstos en el consumo son cruciales, especialmente en los países de rentas bajas y medias. Las medidas políticas orientadas al aumento de los precios y restringir la disponibilidad al alcohol se han determinado como la base para reducir el consumo mundial, aunque deberían complementarse con otras medidas estrictas de restricciones a la publicidad y otras actividades promocionales, así como actuaciones legislativas en lo relativo a la conducción de vehículos en estado de embriaguez. A pesar de que se prevé una fuerte resistencia de la industria, apoyar estas políticas basadas en datos empíricos al margen de los niveles económicos de los países, será una tarea clave para los defensores de la salud pública en las próximas décadas.

Publicado
23-09-2019