Cambiar a los médicos, no a los pacientes - Poniendo fin a la terapia de reorientación sexual

Ignacio Fernández Vidaurreta

Abstract

Dos películas estrenadas en 2018, Boy Erased y The Miseducation of Cameron Post, aumentaron la concienciación sobre los intentos de cambiar la orientación sexual de las personas, también conocida como terapia de reorientación sexual. Estas películas retrataban el trauma infligido por tales empeños y la evidencia de una falsa ciencia en la que se sustenta esta práctica. La Asociación Americana de Psiquiatría (APA) utilizó este evento cultural para reafirmar su oposición a la terapia de reorientación sexual, una postura que ha mantenido desde 1998. Sin embargo, a pesar de esta larga trayectoria de oposición entre las organizaciones médicas profesionales, en Estados Unidos sólo 18 estados han prohibido el uso de estas terapias en menores, y los adultos pueden participar voluntariamente en ellas en todos los estados.

La terapia de reorientación sexual está fundamentada en la teoría de que cualquier orientación no heterosexual constituye una patología que necesita una “cura”. Aunque la ciencia ha reconocido la existencia de la homosexualidad desde mediados del siglo XIX, la mayoría de los médicos percibían tal atracción hacia personas del mismo sexo como anormal y se consideraba que ésta podría resolverse con cirugía. A principios del siglo XX, médicos, psiquiatras, psicoterapeutas y sexólogos han seguido desarrollando teorías con respecto a las causas y a las potenciales curas para las diferentes variantes sexuales y de género.

La APA incluyó la homosexualidad como una enfermedad mental en la primera edición de la revista Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, en 1952. Después de la Segunda Guerra Mundial, se hicieron cultural y médicamente populares teorías atribuyendo la homosexualidad masculina a la sobreprotección parental o la influencia de un historial de abuso sexual. Muchos profesionales médicos creían que tales factores frustraban la maduración hacia una heterosexualidad adulta "normal". A finales de los 60, se usaron terapias de modificación del comportamiento para tratar de reforzar una conducta heterosexual mediante diferentes vías de manipulación, que incluían el uso de profesionales del sexo, reacondicionamiento orgásmico y un énfasis en el matrimonio con el sexo opuesto. También se utilizaron varias formas de terapia de aversión, incluyendo electroshock, fármacos y tratamientos de privación, para conseguir un "ajuste heterosexual". Hoy día todavía siguen siendo promovidas terapias de reorientación sexual enfocadas al colectivo LGTBI (lesbianas, gays, transgéneros, bisexuales, intersexuales), como camino de asimilación cultural hacia una vida heterosexual cisgénero (o no transgénero), aquellos individuos cuya identidad de género coincide con su fenotipo sexual.

En la mitad del siglo XX, algunos psicólogos comenzaron a cambiar el concepto de la homosexualidad como una enfermedad. En 1948, Alfred Kinsey publicó el estudio “Comportamiento sexual en el varón”, en el que afirmaba que el 37% de los hombres americanos habían participado en relaciones sexuales con personas del mismo sexo, hasta el punto de alcanzar el orgasmo. Pronto le siguieron otros estudios similares de otros profesionales de diversos campos. En las décadas siguientes, las diferentes orientaciones sexuales y variaciones de identidad de género se empezaron a considerar como parte de la normalidad del desarrollo humano.

Estudios en adultos que se sometieron a terapias de reorientación sexual en una edad temprana documentaron una serie de riesgos para la salud. La evidencia más reciente proviene del Proyecto Aceptación Familiar, una iniciativa que trabaja para prevenir riesgos en la salud física y mental en los jóvenes LGTBI. En 2018, esta organización llevó a cabo un estudio transversal en 245 jóvenes LGTBI y descubrió que los participantes cuyos padres habían alentado para asistir a una terapia de reorientación sexual, presentaban tasas más altas de depresión y de ideación e intentos autolíticos, así como menor nivel educativo y de ingresos que aquellos que no fueron expuestos a tales esfuerzos para cambiar su orientación sexual.

Diversas asociaciones profesionales, como la Asociación Médica Americana, también han denunciado públicamente la terapia de reorientación sexual y han documentado el perjuicio causado con ella. Además de la APA, la Asociación Americana de Psicología, la Asociación Americana de Pediatría y otras organizaciones profesionales, aprobaron un manual sobre la orientación sexual, declarando que la “idea de que la homosexualidad es un desorden mental o que la aparición de la atracción hacia personas del mismo sexo entre adolescentes es fruto de una mente enferma o anormal no tiene respaldo entre la corriente principal de las organizaciones médicas de salud mental”. La Asociación Mundial de Psiquiatría ha declarado que intervenciones como la terapia de reorientación sexual son "totalmente inmorales". El Colegio de Médicos de América ha apuntado que esta práctica “puede causar problemas emocionales o daño físico a los individuos LGBT, en particular a los adolescentes o jóvenes". Y, sin embargo, un reciente informe estima que 20000 adolescentes LGTBI se someterán a terapia de reorientación sexual por parte de un profesional de la salud, cuando cumplan 18 años de edad. Los participantes más frecuentes son hombres jóvenes que provienen de familias conservadoras con trasfondos religiosos, que rechazan la identidad LGTBI de sus hijos. Muchos supervivientes de estas terapias necesitarán tratamiento para el síndrome de estrés postraumático y trauma post-religioso.

De acuerdo con un borrador de la Declaración conjunta de los Estados Unidos sobre la terapia de reordenación sexual, una declaración consensuada de más de una docena de asociaciones sanitarias, consideran que los médicos deberían tener en cuenta las necesidades de desarrollo y estar preparados para ofrecer terapias de apoyo y proporcionar información precisa y recursos para todos los pacientes LGBTI y sus familias. Nosotros consideramos vital que los médicos entiendan los riesgos científicos y éticos de la terapia de reordenación, y ofrezcan alternativas apropiadas para pacientes en riesgo, ayudando a crear ambientes de apoyo para todas las personas LGTBI.

Publicado
08-10-2019