Liderazgo para el clima social
María Agud Fernández. Medicina Interna. Hospital Universitario Sanchinarro. Madrid
Abstract
Cada vez más estamos viendo los efectos del cambio climático en forma de grandes inundaciones, elevación del nivel del mar, incendios, tormentas, aumento de las temperaturas y disrupciones agrícolas y económicas. La pandemia por COVID19 es una muestra del nivel de fallo de los sistemas y falta de preparación y las enormes pérdidas que produce un cambio ecológico a gran escala. Los pasos que se requieren para revertir esta situación no sólo deben dirigirse a nuestro hardware (fuentes de energía y agua, producción de alimentos, salud pública, edificación y transporte), sino también a apoyar nuestro software (la resiliencia social y emocional y la implicación de las personas y comunidades). Para esto último se necesita inversión y liderazgo en el “clima social”.
Los sistemas sanitarios pueden participar en esto último. En primer lugar pueden contribuir a la presión de los movimientos comunitarios para realizar cambios en nuestra vida cotidiana, puesto que tienden a ser organismos que transmiten confianza y que están implicados en la comunidad. En segundo lugar pueden contribuir a salvaguardar la salud mental comunitaria. Las cargas en la salud mental derivadas del cambio climático incluyen trastorno postraumático, depresión, suicidio, abuso de sustancias y violencia. Estas cargas aumentarán a medida que los cambios climáticos se cronifiquen y conduzcan a la escasez de agua o alimento y a la vulnerabilidad económica. A esto se suma el fenómeno emergente denominado “ansiedad climática” o “solastalgia”, que conduce a distrés, aislamiento, anticipación de consecuencias en el futuro, especialmente en los jóvenes. Estos efectos mentales podrían aumentar la discapacidad y muerte prematura y desarmar elementos del “clima social” cuando más los necesitamos. Existen iniciativas comunitarias, formadas por sanitarios pero también por voluntarios, para abordar estos problemas con menor sobrecarga de los servicios de salud.
Estos dos papeles se refuerzan mutuamente. Hacer frente a la crisis climática y transicionar hacia la sostenibilidad, requerirá movilización comunitaria, al igual que bienestar emocional y resiliencia. Los profesionales sanitarios pueden liderar la ayuda a las personas. Son posibles nuevas alianzas, entre innovadores en salud mental y física, organizaciones ciudadanas y justicia medioambiental.
Colocar la comunidad, la cohesión social y la resiliencia al frente de los planes para el clima puede construir un fuerte “clima social” que nos conduzca de forma más suave a un futuro de cero carbón, sostenible y más seguro.
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